El compañero y el coincidente

por | Sep 9, 2016 | Derecho de familia

Hay ocasiones en esta profesión, en que resulta imposible llegar a un acuerdo, no por los clientes, sino por los abogados. Creo y entiendo que la labor de un abogado de familia, así como de un juez de familia, es intentar resolver las situaciones que surgen, en interés del menor. Esta expresión parece que ya está muy usada, pero es la realidad.

Un abogado con sentido común, con ganas de solucionar el problema (al igual que un juez) no solamente consigue resolver los problemas existentes en el momento, sino que evita la existencia de numerosos conflictos posteriores.

Un mal abogado, unido a un mal juzgado, supone a la necesidad de numerosos procesos judiciales para intentar reponer lo mal realizado. Y al final, quien sufren las consecuencias son los menores y los propios progenitores.

Qué sencillo es tener voluntad de solucionar los problemas y no generarlos, y cómo se complican las cosas cuando falta esa voluntad.

Los juzgados se pueden arreglar, teniendo jueces especialistas en derecho de familia, cuyas sentencias nos podrán gustar más o menos, pero siempre estarán dirigidas a resolver los problemas, pero a los abogados no nos pueden arreglar. Cuando falta la voluntad en el abogado, se debería huir, de verdad.

 ¡Cuántos procesos judiciales se pueden evitar teniendo la voluntad de solucionar, y no de complicar!

Tengo un querido amigo, de profesión abogado (y es un gran abogado), quien me ha enseñado la diferencia básica entre los abogados de profesión: por un lado, el compañero (aquel abogado que le gusta su profesión y busca la solución de los problemas) y el que denomina el “coincidente” (esto es, coincidimos en la profesión, pero en nada más, porque son malos profesionales que generan grandes conflictos, muchos pleitos y muchos problemas).

Y en honor a la verdad, debo decir que en mi experiencia existen muchos más compañeros que coincidentes, pero que pavor cuando me encuentro – aunque sea excepcionalmente – con estos últimos, porque el pleito está asegurado, así como la agravación del conflicto familiar.

Cruzo los dedos para seguir encontrándome con grandes compañeros y que los coincidentes sigan siendo excepcionales…

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