Cuando tienes claro que el divorcio es el siguiente paso en tu situación de pareja, elegir al abogado no es tarea sencilla. La primera opción suele ser preguntar a amigos, o a conocidos, o a amigos de amigos, que han pasado por la misma situación y que nos recomienden un letrado u otro. Muchas veces nuestra decisión estará basada en si nuestro contacto ha salido victorioso o no. Sin embargo, no hay dos divorcios iguales. Tengamos cuidado.
Otra de las opciones es la acudir a Google y descubrir qué nos ofrece el santo grial cibernético, lleno a rebosar de información no siempre clara ni digerible. Para nosotros, a través de este blog especialmente, es clave poder transmitir ideas sencillas, claras y directas sobre lo que es, lo que supone y lo que necesitas para emprender la difícil tarea de divorciarte.
En esta línea hemos creído interesante definir cuáles son las claves para elegir a un buen abogado de familia. De todos los requisitos que se deben tener en cuenta, quiero incidir en cinco de ellos, que para mí son los fundamentales:
- Que tenga experiencia: la experiencia es un grado, y en el derecho todavía más. Que te defienda un abogado con experiencia supone que te defienda un abogado que ha llevado muchos casos de los que habrá aprendido y sacado conclusiones. De modo que podrá ser más resolutivo al saber cómo afrontar con éxito situaciones como la tuya, que ya ha afrontado previamente. Ya lo dice el refranero español: ‘Más sabe el diablo por viejo que por diablo’…
- Que te escuche: oír y escuchar no son lo mismo. La escucha siempre es activa y un abogado de familia también debe serlo. Los problemas que trata esta rama del derecho son problemas muy delicados, que requieren de una gran sensibilidad, en los que escuchar con máximo interés, además de nuestra obligación, es un plus. Mucho podemos identificar en esa escucha. Los abogados de familia no podemos centrar nuestra atención en lo que vamos a responder al cliente, sino que debemos centrar toda nuestra atención en lo que éste nos está contando, para poder entender su caso y, por tanto, darle la mejor defensa posible.
- Que sea realista y ‘no te venda burras’: un abogado nunca debe crear falsas expectativas a sus clientes sobre lo que puede suceder. Enfrentarse a un conflicto familiar ya es de por sí una experiencia dolorosa, por lo que tener al lado a profesionales que sean capaces de entender el momento por el que estás pasando, y que actúen de forma coherente, realista transparente es esencial.
- Que esté especializado: esto es fundamental. ¿Si te duele una muela irías al oculista? Evidentemente, no. Cuando tenemos un problema de salud acudimos al especialista, y con los asuntos legales pasa exactamente lo mismo. Un abogado que conozca detalladamente y con precisión todos los aspectos de esta rama del derecho será un abogado que podrá darnos un asesoramiento jurídico más eficaz y eficiente. En el derecho de familia cada caso es distinto, y cada cliente necesita una atención personalizada que se ajuste a sus necesidades.
- Que tenga sentido común: En mi opinión, posiblemente el más importante de todos los requisitos. El sentido común siempre es necesario, pero ante problemas conyugales lo es aún más, puesto que sería posible alcanzar muchos acuerdos que evitasen pleitos si los propios abogados de familia lo aplicásemos más a menudo en el ejercicio de nuestra profesión. Por ello creo que el mejor abogado de familia es aquel que, aplicando el sentido común y sus amplios conocimientos, intenta resolver inicialmente la situación mediante un acuerdo.